viernes, 28 de octubre de 2011

“He comenzado a vivir…” - México

En primer lugar quiero expresar que estoy profundamente agradecida con Dios, con el Instituto y con las Catequistas Sopeña, en especial con las que he tenido la oportunidad de convivir y compartir esta experiencia de vivir en comunidad, que ha sido trascendente y muy significativa para mi historia. A raíz de esta vivencia he podido plantearme la vida de otra manera y ciertamente es una forma de vida que hasta hoy me ha llenado mucho y me agrada comprobar que hay otras alternativas de vida diferentes a las que la sociedad actual me propone.

Quiero agradecer también de todo corazón el acompañamiento que me han regalado, para mí ha sido un punto muy clave en mi vida, pues ha marcado “un antes” y “un después” en mi historia. Me atrevo a afirmar que a partir de que empecé con el proceso de acompañamiento “HE COMENZADO A VIVIR”.

Gracias por la compañía tan cercana, tan sincera, la entrega e interés por mi vida inigualables… Gracias por el respeto a mi proceso, a mi historia y a mi persona…

Muchísimas gracias a mi acompañante porque su orientación, cariño y apoyo me han ayudado a retomar mi Vida.

Hoy sé que deseo servir al Señor y ser Catequista Sopeña. Sé, también, que no será muy fácil, pero no estoy buscando vivir una vida fácil, sino una vida con sentido y una vida que merezca ser vivida…

El tiempo que me han permitido vivir aquí con las Catequistas Sopeña he podido reconocer que el Señor me llama a servirle y también me deja la alegría de saber que lo puedo hacer y además es lo mejor que he encontrado en mi camino. De pronto me siento tan incapaz, pero quiero poner todo lo que esté de mi parte para encontrar la voluntad de Dios y dejar que Él sea quien me capacite y me forme para lo que Él espera de mí.

Claro que pensar en la posibilidad que Él me llame a la vida religiosa me hace tan feliz, pues a ejemplo de las Catequistas con las que he podido compartir, me hace ver que vale la pena entregar la vida y eso me ilusiona mucho.

También quiero compartir que la gran oportunidad que he tenido de colaborar en OSCUS, me ha dejado la alegría de saber que el Señor me pide servirle, de darme cuenta de la mucha necesidad que existe, y a veces me veo reflejada en las personas que atendemos, pues así como muchos encuentran sus vidas vacías, así me encontraba yo hace apenas unos años, hasta que encontré a Dios por medio de ustedes.

Esto despierta en mí el deseo de seguir sirviendo al Señor en los hermanos, tengo muchas ganas de entregarle mi pequeñez, mi nada y que Él haga lo que mejor le parezca.

Tengo un gran deseo de ser moldeada por Él para conocerle, amarle y servirle mejor…

Gracias por todo cuanto he recibido…

M.V.

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